Zona de Azar EE.UU – ¿Cómo Estados Unidos se Convirtió en una Potencia del Fútbol Femenino?

EE.UU.- 12 de marzo de 2025 www.zonadeazar.com Justo después del Día Internacional de la Mujer, quiero plantear un tema que siempre me ha intrigado y que solo comenzó a tener sentido cuando vine a Estados Unidos a hacer mi maestría en gestión deportiva.

¿Por qué Estados Unidos tiene una historia tan exitosa en el fútbol femenino mientras que en el masculino nunca ha sido competitivo a nivel mundial?

La respuesta a esta pregunta puede ayudarnos a entender las políticas de acción afirmativa implementadas en el fútbol brasileño en las últimas décadas e identificar medidas para mejorar el deporte femenino en Brasil.

Para poner las cosas en perspectiva, la selección femenina de Estados Unidos es, sin duda, la más dominante del mundo. En los Juegos Olímpicos, por ejemplo, han ganado cinco medallas de oro, una de plata y una de bronce en ocho ediciones, fallando en llegar a semifinales solo una vez, en 2016 en Río de Janeiro. Su dominio en los Mundiales es ligeramente menor, pero sigue siendo impresionante: cuatro títulos, un subcampeonato y tres semifinales en un total de nueve ediciones disputadas. Al igual que en los Juegos Olímpicos, siempre han llegado al menos a semifinales.

La selección masculina, en cambio, ha sido históricamente mediocre. Después de quedar fuera de nueve Mundiales consecutivos entre 1954 y 1986, ha jugado en ocho de los últimos nueve torneos. En esas participaciones, llegó una vez a cuartos de final (2002), fue eliminada en octavos de final en cuatro ocasiones y quedó fuera en fase de grupos tres veces. El dominio que las mujeres tienen a nivel global no se ve reflejado en el equipo masculino, ni siquiera dentro de su propio continente, donde México tiene casi el doble de títulos en la Copa Oro de la CONCACAF.

Dicho esto, ¿qué explica esta diferencia?

La clave: la Ley de Igualdad de Oportunidades en la Educación (Title IX)

La mejor explicación para esta disparidad se encuentra en una ley federal firmada en 1972 llamada “Title IX”, que prohíbe la discriminación de género en escuelas y programas educativos que reciben fondos federales.

Esta ley es bastante amplia y cubre temas que van desde políticas de vestimenta hasta acoso y violencia sexual, sin mencionar la palabra “deporte” en su texto original. Sin embargo, su mayor impacto ha sido precisamente en los programas deportivos escolares y universitarios.

Para entender cómo una ley que ni siquiera menciona el deporte cambió por completo el panorama deportivo estadounidense, es clave reconocer la importancia que tienen los deportes – y el fútbol americano en particular – en las escuelas y universidades de EE.UU.

En Estados Unidos hay ocho estadios con más de 100,000 asientos, todos utilizados para el fútbol americano universitario. Entre los veinte estadios más grandes del país, diecisiete pertenecen a universidades. Por ejemplo, el estadio de mi universidad es el vigésimo más grande de EE.UU., más grande que cualquier estadio en Brasil. El “Michigan Stadium” es el segundo más grande del mundo, con 107,601 asientos, y llena su capacidad sin problemas en cada partido.

Para resumir, nada en el mundo lleva más personas a los estadios que el fútbol americano universitario. Mientras la NFL vendió 18.5 millones de boletos en 2022, el fútbol americano universitario vendió 42.3 millones. Para comparar, la Premier League tuvo “solo” 14.7 millones de espectadores en la última temporada.

¿Cómo influyó Title IX en el éxito del fútbol femenino?

Title IX obliga a las universidades a brindar igualdad de oportunidades a hombres y mujeres en diversas áreas, con el Departamento de Educación de EE.UU. supervisando once criterios de cumplimiento relacionados con el deporte. Estos incluyen financiamiento para instalaciones deportivas, horarios de entrenamiento y competencia, y, lo más importante, becas deportivas.

Los atletas universitarios suelen recibir becas para jugar en sus universidades, y la ley exige que el número de becas por género corresponda al porcentaje de estudiantes hombres y mujeres en la institución. Si una universidad tiene un 55% de estudiantes mujeres, entonces el 55% de las becas deportivas deben ser para mujeres.

El problema para las universidades es que, como mencioné antes, su deporte estrella es el fútbol americano, que casi no tiene participación femenina a nivel competitivo. Actualmente, cada equipo universitario de fútbol americano puede ofrecer 85 becas, lo que obliga a la universidad a otorgar aproximadamente 100 becas adicionales a mujeres para mantener el equilibrio de género.

Y aquí encontramos la mejor explicación de por qué el fútbol femenino en EE.UU. es mucho más competitivo que el masculino.

El impacto en el fútbol femenino

Para ilustrarlo, veamos Florida State University (FSU), mi universidad. De sus 19 programas deportivos, solo ocho son para hombres. Si consideramos que el béisbol y el sóftbol son versiones del mismo deporte (béisbol para hombres y sóftbol para mujeres), el único deporte exclusivo para hombres en FSU es el fútbol americano.

Por otro lado, FSU tiene equipos exclusivamente femeninos en fútbol, lacrosse, voleibol de playa y voleibol de salón. Incluso en los deportes que tienen equipos para ambos géneros, los rosters femeninos suelen ser mucho más grandes. Por ejemplo, el equipo de natación tiene 32 hombres y 45 mujeres.

Este desequilibrio de género en los deportes universitarios es una de las razones por las cuales las mujeres ganaron el 70% de las medallas de natación para EE.UU. en los últimos Juegos Olímpicos.

El caso del fútbol femenino universitario

Si observamos el fútbol en particular, la liga femenina de la NCAA División I (el ente rector del deporte universitario en EE.UU.) cuenta con 351 equipos, mientras que la liga masculina tiene solo 48. Es decir, hay más de siete veces más mujeres jugando fútbol universitario que hombres, lo que tiene un impacto enorme en el desarrollo de talento a nivel nacional.

Dado que muchas familias ven el deporte como la mejor forma de financiar la educación universitaria de sus hijos, las niñas son naturalmente incentivadas a practicar deportes como fútbol, sóftbol y voleibol, mientras que los niños son más impulsados hacia el fútbol americano.

Próximos pasos en la discusión

Durante las próximas dos semanas, publicaré dos artículos adicionales para profundizar en este tema:

  1. Cómo las regulaciones brasileñas – y la CBF – pueden ayudar a impulsar el deporte femenino, tal como Title IX permitió el crecimiento del deporte femenino en EE.UU.
  2. Cómo Brasil puede aprovechar el sistema universitario estadounidense para mejorar su rendimiento internacional en distintos deportes.

Ya escribí un artículo sobre este tema el año pasado, mencionando el caso de Júlia Bergmann en Georgia Tech, pero ahora quiero desarrollar más esta discusión.

Editor: @_fonta
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